La palabra sexualidad remite a diversos ángulos de reflexión y análisis. Al tratar de definirla no podemos dejar de contemplar que lo que entendemos por sexualidad está atravesado por múltiples determinantes, como el tiempo y el lugar, las costumbres, la historia, la época, la religión, la sociedad, lo biológico, etcétera.
En muchas de sus definiciones se involucran aspectos bio-psico-sociales, como factores determinantes, sin embargo, nos parece importante no partir de una definición dada, sino dar elementos para pensarla y construirla.
La sexualidad como experiencia en nuestra sociedad es tan singular en cada individuo como lo son sus propios rasgos personales, no hay otra igual. Es por esta razón que, más que hablar de sexualidad, hay que hablar de sexualidades.
Como padres de familia es mejor que nos percatemos de cómo en la vida diaria se presentan innumerables situaciones en las que lo que hacemos y no hacemos, construye un significado sobre la sexualidad que tiene un efecto en nuestros hijos e hijas y que determinará su salud integral, y específicamente su salud sexual.
Lo central en este punto es trasmitir una idea positiva del cuerpo porque es lo único que poseemos realmente, y en ese sentido, debe irse enseñando paulatinamente que es nuestra responsabilidad lo que hagamos con él.
¿QUÉ ESTAMOS ENSEÑANDO A NUESTROS HIJOS SOBRE SEXUALIDAD, CÓMO LO ESTAMOS HACIENDO? ¿QUÉ NECESITAMOS PARA EDUCAR EN SEXUALIDAD?
No existe ser humano "sin sexualidad" los niños y niñas tienen, viven, experimentan y son poseedores de su sexualidad.
1. Revisar nuestras actitudes, miedos y conductas con relación al tema. Darme cuenta cómo fui educado por mis padres y cómo lo estoy haciendo con mis hijos e hijas. Asumir que ello implica un reto.
Para la gran mayoría, la forma en la que se enteraron o aprendieron de la sexualidad, les remite a momentos de transición y cambio: la llegada de algún hermano, el comienzo de la menstruación, la adolescencia, el primer sueño húmedo, el primer beso, la primera revista pornográfica, el gran papel que en este sentido jugaron los amigos y amigas experimentados que les instruyeron, y sobre todo, la gran ausencia de sus padres en este aspecto.
Si bien la mayoría de nuestros padres no se dio a la tarea de educarse en sexualidad, con la energía, los conocimientos y la oportunidad que debieron hacerlo, nos toca no repetir la historia.
Debemos considerar que al educar en sexualidad se camina por desfiladeros que son difíciles de manejar porque está involucrada de manera determinante la construcción mental que hemos hecho de la sexualidad, y en ese sentido debemos ayudar a nuestros hijos a entender y apoyar una construcción personal de la sexualidad que no esté atravesada por nuestras propias limitaciones.
2. Admitir las diferencias, la diversidad de enfoques y significados personales en torno a la sexualidad con relación a las hijas e hijos de manera flexible, y tener apertura para entender la multiplicidad de perspectivas. Por ejemplo: un padre cree que al prohibir a su hija tener novio la protege del embarazo, mientras que para la hija salir con alguien es sentirse especial, querida y atractiva como mujer.
3. Actualizarse y profundizar en enfoques teóricos que nos ayuden a comprender y pensar de manera integral la sexualidad.
Cuando hablamos de educar oportunamente en el tema de la sexualidad, surgen en gran medida temores de adelantar información que altere o trastoque un sano desarrollo. El reto, como padres de familia se incrementa también porque tenemos que adquirir seguridad y confianza en lo que hacemos y algo que puede abonar en este sentido es conocer y comprender el desarrollo psicosexual de niños, niñas y adolescentes. Existen innumerables materiales didácticos y juegos adecuados que nos pueden ayudar en la labor de educar en sexualidad, libros diseñados especialmente para cada etapa de la vida.
CONCLUSIONES
Educar en sexualidad es una propuesta, un desafío a la creatividad de los padres de familia, por ello, a manera de conclusiones invitamos a considerar que:
1. Nuestras acciones deben enfocarse a hacer sentir en nuestros hijos e hijas que su cuerpo y todo lo que viene de él les pertenece, que son seres autónomos, distintos y separados de nosotros mismos.
2. Que pertenecer a un género o a otro, no es una ventaja o desventaja. Promover una cultura de equidad y desarrollar acciones para dotar de herramientas en los aspectos vulnerables sociales de género.
3. Alfabetizar emocionalmente implica desarrollar y promover el contacto con emociones y sentimientos para poder nombrarlos y expresarlos.
4. La mayor fuente de bienestar, ingrediente primordial en la salud integral, es resultado de establecer relaciones de buen trato, libres de maltrato, abuso o violencia.
5. Proporcionar información científica y oportuna sobre todo lo vinculado a la procreación, las funciones y cuidado de nuestro cuerpo, con énfasis en los genitales puede hacer la diferencia, puede ser su seguro contra conductas de riesgo.
6. Los padres transmitimos y permitimos una sensación de autoposesión corporal, somos quienes permitimos, celebramos, impedimos y castigamos en un proceso gradual la separación y autonomía de nuestros hijos.
Para reflexionar en torno al tema planteo una pregunta:
¿Cómo te educaron tus padres y qué quisieras repetir o cambiar?
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María Isabel Alva Castro. Dirige Cuidarte A. C. Psicóloga por la Universidad Iberoamericana, con Maestría y Doctorado en Psicoanálisis. Educadora Sexual. Asesora de la Red por los Derechos Sexuales de los Jóvenes en Jalisco y consejera ciudadana del Instituto Jalisciense de las Mujeres. Ver artículo completo en www.revistamirada.com .
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